Tratamiento Duelo

«El duelo es el precio que pagamos por el amor, aunque para algunos momentos no existan palabras…»
Todas las personas en algún momento de nuestras vidas hemos atravesado por un proceso de duelo. La pérdida y por consiguiente el duelo que ella conlleva es algo muy difícil y doloroso, pero que es necesario pasarlo para luego recuperarnos y volver a estar bien.
Pasar por un proceso de duelo luego de una pérdida se considera normal y esperable. Con el tiempo la mayoría de las veces el duelo se resuelve. Cuando este proceso de duelo se prolonga en el tiempo y se hace muy difícil de superar y adquiere otras características diferentes a lo que es el duelo normal este se transforma en patológico y es necesario tratarlo.
¿Qué entendemos por Duelo?
El duelo es un proceso que se considera normal tras sufrir alguna pérdida. Este proceso va acompañado de afecto, de pena y tristeza profunda. La pérdida siempre debe ser significativa para la persona, es decir, que exista algún tipo de vínculo con aquello que perdemos. La elaboración del duelo en parte dependerá del tipo y calidad de vínculo que se haya tenido con el objeto que se ha perdido. Lo que se pierde puede ser una persona, una relación, un proyecto, una idea, un trabajo, una oportunidad, una mascota, pérdida de la salud por enfermedad, roles familiares, cambios de residencia, desarraigo, accidentes, catástrofes, atentados, suicidio, algo material cargado de valor y significación. Toda pérdida nos causa un profundo dolor, malestar y tristeza. Muchas veces la pérdida puede ser inesperada y cuando no lo es y creemos estar preparados para afrontarla, resulta igualmente difícil de sobrellevarla.
Etapas del Proceso de Duelo Normal
Fases:
Negación/rechazo ante la pérdida: en esta fase la persona no puede aceptar y mucho menos elaborar la pérdida, piensa que no es real, que ya se solucionará todo (fantasía/irrealidad/pensamiento mágico). Se niega la cruda realidad a modo de defenderse del sufrimiento que ello significa. La persona presenta una enorme inestabilidad emocional y siente mucha angustia y ansiedad ante esta realidad tan hostil y complicada de aceptar. La persona presenta algunos síntomas de malestar físico como llantos persistentes, mareos, dificultad para respirar, insomnio, pérdida del apetito.
Culpa/reproches: la persona se siente culpable y responsable de la pérdida y se reprocha el no haber actuado de determinada forma para evitar de ese modo lo ocurrido. Por ejemplo: “Si le hubiera dedicado más tiempo y no hubiéramos discutido las cosas hubieran sido diferentes”. En esta fase resulta intolerable el poder aceptar la realidad de la pérdida, es por eso que la culpa y el reproche predominan.
Desesperanza/desorganización: en esta fase la persona se encuentra sumida en los recuerdos y en las vivencias que tuvo con el objeto perdido, lo cual le genera una marcada tristeza y dolor. El mundo externo ya no importa, ya nada tiene sentido si no está aquello que se ha perdido, aquello que se ha ido. La persona se abandona tanto a nivel de cuidado físico como emocional, le cuesta demasiado interactuar con el resto de las personas ya que todo su mundo permanece de momento ocupado por la pérdida sufrida.
Rabia/ira/agresividad: estas emociones permanecen a lo largo de todo el proceso de duelo pero en esta fase cobran relevancia ya que, la persona se encuentra muy enojada y molesta con la persona que ya no está o con la pérdida sea cual sea. Resulta difícil comprender porque el objeto que se pierde ha tenido que marcharse y dejar tanto dolor. Esta ira, rabia y agresividad esconden la pena, la tristeza y el dolor que ha dejado el objeto que ya no está.
Aceptación/resignación/reelaboración: en esta etapa la realidad se impone y día a día la ausencia de la persona o de aquello perdido se hace notar. La persona poco a poco logra aceptar la pérdida y aprender a convivir con ella. Todas las energías, vínculos y emociones ligadas a la pérdida comienzan a volcarse en la persona, en su entorno, en nuevas relaciones, en la familia, en las actividades diarias, en el trabajo. La persona nuevamente toma las riendas de su vida y aprende a vivir en una realidad en donde aquello que perdió no volverá.
Proceso de Duelo Patológico
Se dice que estamos frente a un duelo patológico cuando a la persona le resulta imposible aceptar la pérdida y adaptarse a la realidad con la ausencia de aquello que perdió. Éste proceso debe durar más de un año para ser considerado patológico. Este tipo de duelo viene acompañado de procesos depresivos y síntomas físicos.
La persona se siente incapacitada para poder realizar sus actividades laborales, escolares, familiares, recreativas, sociales. Los recuerdos y pensamientos referidos constantemente a la pérdida invaden a la persona. Resulta difícil adaptarse a la realidad y convivir con ella. Los síntomas son cada vez más marcados como: descuido en la higiene personal, sentimientos de culpa, aislamiento y desinterés por el mundo externo y por el resto de las personas, hostilidad, agresividad, odio tristeza, desesperanza, se auto-medica y a veces abusan de sustancias.
¿Cómo nos afecta el Duelo en el día a día?
El proceso de duelo suele producir diversos trastornos vinculados con el sueño, con el apetito y con la pérdida del interés por las actividades que anteriormente nos interesaban y realizábamos. Puede aparecer, desgano, retraimiento/aislamiento, fatiga, dolores de cabeza, nauseas, vómitos y sensación de que lo que está sucediendo no es real. Estas personas presentan falta de motivación y de objetivos por los que trabajar, dificultades para tomar decisiones y para establecer relaciones sociales y vinculares y/o mantener las que ya se poseen.
En general la persona afectada por el duelo tiene comportamientos que con el tiempo suelen desaparecer. Estaríamos frente a un duelo patológico si estos comportamientos continuaran. En el duelo patológico no se logra la aceptación de la nueva realidad que significa ausencia de aquello que se perdió.
El duelo rompe de alguna forma la unión, los lazos afectivos, las relaciones que se mantenían con aquello que se perdió. El recuerdo de las relaciones, como del afecto que se tenía con lo que se perdió quedará. La ausencia se hace cada vez más evidente con paso del tiempo.
El aprender a convivir con la pérdida es un signo de mejoría y avance en el proceso de duelo. Esto nos indica que la persona nuevamente está en condiciones de retomar sus actividades y rutina habitual.
¿Es posible salir de un Proceso de Duelo?
Es posible superar un proceso de duelo. Es importante pedir ayuda profesional para recibir de esta forma la atención adecuada. El aceptar y convivir con la pérdida y generar espacios de diálogo y comunicación permiten elaborar la misma desde la palabra y el afecto. El acto de co-construir una realidad diferente y nueva a la perdida, se traduce en una adecuada salud mental a nivel personal, familiar y social.
¿Cómo tratamos el Duelo en Psicología Dinámica?
Desde Psicología Dinámica entendemos que todo proceso de duelo es un proceso esperable que ayuda a adaptarnos a la nueva realidad que se impone. A veces el duelo puede transformarse en patológico. Todo proceso de duelo conlleva consecuencias psicológicas, biológicas y sociales ya que modifica a la persona a nivel integral y de alguna u otra manera al entorno que la persona pertenece.
Adherimos a la idea de que todo duelo es una experiencia personal y que cada persona reacciona al mismo de formas muy diferentes. Trabajamos creando espacios de reflexión, comunicación y aceptación de la pérdida a través de un acompañamiento personalizado. El paciente recibe la contención y acompañamiento necesario para poder superar esta difícil situación y volver a retomar las riendas de su vida lo más pronto posible.
Trabajaremos con diversas técnicas psicológicas que te permitirán ponerle palabras a la pérdida y reconstruir la relación con aquello que se ha perdido. A través de nuestra atención profesional y personalizada podrás comprender las etapas del duelo, vivirlas, superarlas e integrar la realidad a tu nueva identidad.
