¿Qué es el Síndrome de Asperger?
Es un trastorno del desarrollo de origen neurobiológico. A este síndrome se lo considera como un tipo de autismo. El autismo afecta y determina el modo en que la persona que lo padece interpreta el idioma, el lenguaje entre otras cosas.
Estas personas suelen ser muy buenas en las habilidades relativas a la memoria (hechos, figuras, fechas, épocas). Muchas de estas personas sobresalen en matemáticas y ciencia. El niño que se encuentra afectado en un modo leve, a menudo no diagnosticado y puede parecer raro o excéntrico.
Características
Las áreas más afectadas por el síndrome de Asperger son: .
- La interacción social.
- La comunicación.
- Las preocupaciones y rangos estrechos de intereses.
- Las rutinas repetitivas, los rituales y la inflexibilidad.
Este síndrome se caracteriza por la dificultad que presenta la persona para la socialización y la comunicación. Uno de los aspectos más característicos es que la persona tiene intereses muy restringidos y un coeficiente intelectual normal o alto. El diagnóstico suele ser tardío. Por lo general el niño se encuentra en edad escolar. Son pequeños con inteligencia normal. Académicamente son muy buenos pero fallan en las interacciones sociales. Por ejemplo, estos niños no suelen juntarse con otros niños, jugar o compartir tiempo con ellos.
Estos pequeños tienden a permanecer aislados y no les gusta el contacto físico. Si los escuchamos durante una conversación, estos intentan desviarse al tema de su interés. Presentan dificultades para funcionar y desenvolverse interactuando con los demás, en la práctica. El lenguaje es monótono, estereotipado y tiene siempre la misma entonación.
Diagnóstico
Es clínico, es decir, a través del diálogo con los padres o cuidadores del niño. También se aplican test puntuales pertenecientes al área de la psicopedagogía. Lo más importante y fundamental del diagnóstico es que sea precoz, temprano, para poder recibir estimulación específica. Dado que, la dificultad en general radica en la relación con el otro, en la empatía.
Si son diagnosticados desde pequeños se puede trabajar con diversas áreas para que el ingreso escolar cuente con un mayor grado de socialización. Pueden presentar alguna torpeza motriz, por lo que no suelen ser muy buenos deportistas. Son muy inteligentes pero al no relacionarse son propensos a que se les haga bromas o golpeen porque no saben defenderse.
No hay medicación específica. Los tratamientos son particularmente con ellos. Cuando son pequeños se busca mejorar el contacto a través de la mirada. A medida que van creciendo se trabaja con pautas de socialización y mejor comunicación con los demás. Hay niños a los que hay que enseñarles a saludar, o cómo deben manejarse en determinadas situaciones sociales como por ejemplo, un cumpleaños. Estos pequeños aprenden a través de talleres de recreación de situaciones sociales. Si están entrenados disfrutan más y mejor de las diversas experiencias sociales.
Hay muchos adultos que no han sido diagnosticados. Estos adultos suelen ser personas a las que les agrada pasar la mayor parte del tiempo frente al ordenador olvidando relacionarse con los demás. Suelen ser muy exitosos en lo que hacen, inteligentes y predispuestos en las áreas de su interés.
Este trastorno requiere de un trabajo continuo en lo relativo al entrenamiento de habilidades sociales. Es importante que estas personas cuenten con herramientas y estrategias que les permitan manejarse y desenvolverse más fácilmente en lo que respecta a relaciones sociales.
Estrategias y recomendaciones
Son varias las cosas que están dentro de nuestras posibilidades para ayudar al niño a comprender y adaptarse de forma óptima y saludable al mundo. Haciendo la realidad, la rutina diaria y la vida más sencilla y amena. Algunas sugerencias que pueden resultar de utilidad: .
- Utilizar un lenguaje simple, de modo que logren comprender lo que se les dice.
- Utilizar instrucciones simples. Para los trabajos complejos es recomendable el uso de listas o dibujos.
- Intentar obtener la seguridad de que entienden lo que se les habla o pregunta. No debemos conformarnos con la respuesta sí o no que nos proporcionan.
- Explicarles por qué nos deben mirar a los ojos cuando se les habla. Darles ánimo, confirmación y refuerzo ante cualquier logro, especialmente cuando utilizan espontáneamente una habilidad social.
- Cuando hacen de cuenta que no escuchan al hablarles, el cantar sus palabras suele tener un efecto beneficioso.
- Limitar cualquier opción a dos o tres ítems, para que el mensaje quede claro.
- Limitar el tiempo para los intereses a pequeñas fracciones diarias de tiempo.
- Practicar el realizar las tareas por turno tanto en los juegos como en el hogar.
- Prepararles y entrenarles para posibles cambios. Proporcionarles índices de alerta para finalizar alguna tarea, por ejemplo: «Cuando termines con tus colores, haremos la compra».
- Introducir una cierta adaptación y flexibilidad a las rutinas. Es importante que puedan aprender que las cosas pueden cambiar.
- Identificar y evitar en la medida de lo posible los «disparadores de la tensión».
- Lograr afrontar las dificultades en el comportamiento. Desarrollar estrategias para hacer frente a reglas sociales complejas.
- Respetar las reglas, pautas y límites que se les dice y mantenerlas.
- Brindarles estrategias para hacer frente a situaciones difíciles.
- Recordar que son pequeños y que cada uno tiene una personalidad, capacidades, gustos y aficiones diferentes.
- Necesitan de nuestra ayuda, paciencia y comprensión para poder desenvolverse adecuadamente y de forma saludable.
Ana Laura D´Agostino.
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