El Duelo en los Niños

Todas las personas seamos adultas o sean niños en algún momento de nuestras vidas pasamos por procesos de duelo, por diversas razones. A veces acontecen situaciones para las que no estamos lo suficientemente preparados y necesitamos ayuda. Comunicar y compartir circunstancias dolorosas con los más pequeños a veces no es tarea fácil. La pérdida de un ser querido, por ejemplo, es un proceso que lleva tiempo comprenderlo, aceptarlo y elaborarlo. Como adultos y padres de nuestros hijos debemos ocuparnos de nosotros mismos y al mismo tiempo, decírselo a nuestros pequeño.

Las pérdidas forman parte de nuestra vida. Algunas de ellas son más complejas y complicadas de sobrellevar y otras no tanto. Es importante poder aprender a gestionar este tipo de situaciones, acompañar, orientar y ayudar a nuestros hijos en el proceso de duelo. Las pérdidas pueden tratarse de una separación, un desengaño, de una muerte, alejarnos de la familia y amigos, perder un trabajo, perder una mascota, cambiar de país, cambiar de escuela, entre otros tantos ejemplos. Todas estas experiencias son difíciles para las personas sean estas menores o mayores.

Los niños ante la pérdida

Frente a una pérdida los niños manifiestan y atraviesan por diversos estados como por ejemplo: tristeza, desesperanza, ira, rabia, enfado, angustia, miedo, culpa. También pueden sentir dolores físicos, dificultades para dormir o comer, incredulidad, decaimiento, deseos de llorar, entre otros. Las emociones ante una pérdida nos desbordan y a veces hasta superan. Es importante comprender que todas estas reacciones ante una situación de duelo son normales. Pedir ayuda profesional es un paso fundamental para poder superar esta difícil realidad.

Muchas veces creemos que los pequeños no se sienten tristes o no sufren las pérdidas. Pensamos que es más adecuado no decirles la verdad, dado que, no comprenden realmente lo que ocurre. O si no mostramos ante ellos nuestra tristeza ocasionada por la pérdida les haremos un bien. Este tipo de creencias son erróneas. Existen gran cantidad de mitos sobre cómo afecta el duelo y las pérdidas a los menores.

Mitos y realidades sobre el duelo infantil

Daremos a conocer y explicaremos algunos de los “mitos” sobre el duelo infantil.

MITO: Los niños no sienten, ni sufren, ni lloran las pérdidas y sus manifestaciones. Porque no comprenden lo que ocurre, debido a que son muy pequeños.

REALIDAD: Algunos niños no entienden lo que es una pérdida, pero todos las sufren, se ponen tristes y las sienten. Los pequeños extrañan por ejemplo, al abuelo que falleció, aunque no sean capaces de comprender como los adultos el hecho en sí. Son muy sensibles y permanecen atentos a los sentimientos y emociones de las personas cercanas a ellos.

MITO: No es conveniente mostrarnos ante los más pequeños afectados y tristes debido a la pérdida. Es mejor mostrarnos fuertes, sólidos y resistibles ante la situación acontecida.

REALIDAD: Si nos encontramos muy tristes y afectados por la pérdida sufrida es recomendable que el niño este de momento a cargo y al cuidado de otra persona, que se encuentre más fortalecida. A pesar de esta recomendación, es fundamental manifestar nuestras emociones y sentimientos ante los niños, dado que, esto les ayudará a expresar lo que sienten. Es importante que puedan llorar, hacer preguntas y sentirme acompañados y comprendidos en este proceso de duelo.

MITO: No debemos hablar ni explicarles a los menores temas vinculados con la pérdida. Es aconsejable que evitemos y alejemos a los pequeños de estas tristes realidades, que no les aportarán nada bueno.

REALIDAD: Los niños necesitan aclarar sus dudas e inquietudes respecto a estos temas. El silencio genera interrogantes, angustia y miedo. Las respuestas les brindan seguridad, apoyo y contención en momentos difíciles. Mostrarnos dispuestos e implicados en la pérdida genera espacios de diálogo, orientación y acompañamiento.

MITO: La verdad no es para decírsela a los pequeños, ya que no la entenderían. Son pequeños y deben divertirse. Mantenerlos alejados de las situaciones tristes es lo mejor.

REALIDAD: Los niveles y grados de comprensión de estos procesos en los niños cambian, dependiendo de las diferentes edades. Pero es muy importante brindarles una explicación que debe ir acompañada de la verdad por más dolorosa que sea. La verdad les ayudará a comprender y a gestionar sus emociones y sentimientos con respecto a la pérdida acontecida.

Debemos evitar utilizar el uso de metáforas porque los confundirá, no son ciertas y no las entenderán: “El abuelo está viajando hacia el cielo”. La verdad es que el abuelo ha muerto y su cuerpo ha dejado de funcionar para siempre. No volveremos a verle nunca más. Nos acordaremos de los buenos momentos compartidos con él.

MITO: Los niños no deben presenciar ni formar parte de los rituales funerarios, solo les haría sufrir y pasar malos momentos llenos de tristeza y dolor.

REALIDAD: es importante ofrecerles la posibilidad de acudir y participar de los rituales funerarios a los más pequeños. Escuchar qué es lo que necesitan, si acudir o no y no obligarlos a hacer algo que no deseen. A través de esta experiencia podrán armar y aclarar el tema de la muerte y su significado, para integrarla a la vida.

Existen diferentes formas de expresar su estado de ánimo y elaborar y reparar la pérdida, mediante una carta a la persona que ya no está, mediante un dibujo, un poema, una foto, entre otros.

Siempre debemos tener presente que es saludable y adecuado hablar y decirles la verdad a los pequeños acerca de la muerte y de las pérdidas. Por más dolorosa que pueda presentarse la realidad y la verdad, es mucho más sano para el niño conocer qué es lo que realmente ha sucedido. Obviamente que adecuaremos las palabras y explicaciones de acuerdo a la edad y al nivel de comprensión de los infantes.

Ocultarles la verdad produce muchos daños a niveles físicos, emocionales y psicológicos. No contarles lo que realmente ocurre es un modo de abandonarlos y dejarlos solos en momentos muy difíciles de gestionar. Como padres a veces nos resulta un tanto complicado afrontar esta realidad con los más pequeños. Es por esto que la orientación a padres y la terapia familiar son algunas alternativas para pedir ayuda y sentirnos acompañados a la hora de ponerles palabras a acontecimientos tan tristes y complejos como lo son las pérdidas.

Ana Laura D´Agostino

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